“Los Atacameños habitaban en aldeas ubicadas en los oasis, valles y quebradas de la provincia del Loa, en lo que es actualmente la segunda región, su hábitat desértico, se divide en dos sectores: la hoya del Salar de Atacama, que gravita en el pueblo de San Pedro de Atacama y la cuenca del río Loa, que gravita en la ciudad de Calama”. La base de su vida social estaba en el ayllo, grupo humano compuesto de diversas familias que descendían de unos mismos antepasados y que poseían en común una extensión de tierra. La autoridad estaba depositada en consejos de ancianos.
Los atacameños vivían en pequeños y aislados villorrios de piedra, sin mayor vínculo que el continuo comercio. Sus casas estaban hechas de piedra, con una puerta y una ventana. El techo era plano, formado por una mezcla de fibras vegetales y barro. Tenían una pieza única, donde la familia cocinaba, comía y dormía.
Los atacameños vestían principalmente de lana, aunque también de las pieles sobadas de llamas o guanacos, y, en la costa, de aves marinas. Eran grandes andadores y comerciantes. Recorrían los desiertos con las tropas de llamas, desde la costa hasta el interior, cruzando la cordillera o internándose en los altiplanos y punas para cambalachar sus productos
En su mayoría, los pueblos atacameños estaban protegidos con murallas de piedras, fortificadas, ciudades fortalezas conocidas como pucaras, que cumplían un papel defensivo durante los ataques, ya que los poblados eran objeto del constante asedio enemigo, siendo invadidos por diaguitas, incas y españoles, siendo sometidos por los incas de forma positiva, pues conservaron sus ritos y costumbres . Cada villorrio era de familias consanguíneas, con un jefe, cargo hereditario que se transmitía de padre a hijo mayor.
Los incas influyeron en la cultura atacameña en cuanto a la introducción de cercas de picas de piedra y las casas de adobe, pero la más importante fue el orden político, en donde estos exigían el pago de tributo en oro una vez al año, por ello fomentaron el trabajo de los lavaderos de oro.
Más aún, con el fin de asegurar su dominio en territorio atacameño, los incas crean colonias o mitimaes, de agricultores y artesanos para asegurar que el pueblo no se levantara en contra de su imperio, dividiendo así a la población.
Más adelante, los atacameños se opusieron a la conquista española, ocultando e incendiando sus sementeras para privarlos de alimento y se encerraron en un pucará, desde donde se defendieron con flechas y piedras.
Luego que fueron derrotados por los españoles, estos denominaron al fuerte con el mote de “el pueblo de cabezas”, por el gran número de indígenas que ahí degollaron. Posteriormente Francisco de Aguirre terminó la represalia contra los indios del valle de Atacama quemándolos en sus casas por negarse a abastecer a las huestes conquistadoras